EPIGRAMA DEL DÍA

"La suerte es una fuerza compensatoria para beneficiar a los más torpes". (Prontuario de supervivencia, Pepe Gómiz)

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FICHA TÉCNICA

Descripción: Este blog es una nanoporción de mí mismo; a mi vez, nanoporción de la humanidad; a nuestra vez, nanoporción del universo; a su vez, nanoporción de un todo perteneciente al supratodo que ni llego a imaginarme.

Herramientas: Los fenómenos de mi experiencia, los noúmenos de mi fantasía, mi literatura, mi música y demás utillaje.

Valoración: De visita muy recomendable.

Expectativas: Tras consultar el DRAE, diré que vergatarias, padrísimas, óptimas.

Conclusión: Sin necesidad de consultar el DRAE, acción y efecto de concluir.

jueves, 17 de junio de 2010

ES UN DÍA GRANDE



“EL EMBARGO DEL PISO POR PARTE DEL BANCO CONLLEVARÁ LA CANCELACIÓN TOTAL DE LA HIPOTECA”. Así reza el titular que acabo de encontrar en un periódico. El titular más bonito de la historia de los titulares. El que estuve años esperando. La noticia más maravillosa que jamás me han dado. ¿Tenéis idea de lo que supone para este infeliz ese regalo del destino? Esto es una suerte de amnistía. Es recobrar la libertad que empeñé de por vida. Escapar de la trampa que quisieron tenderme. Hurtar mis huevos a quien me tenía cogido por ellos. Es volver a respirar y es volver a esperanzarme. Es dejar de sobrevivir para empezar a vivir. Es mirar al horizonte. Es soñar con las antípodas. Es ‘a tomar por saco’ la deuda. Es cortar las uñas a la usura, que sin escrúpulos amenazaban a una pobre madre, una madre generosa y avalista de este patético fracasado, desastre de hombre pero no mal tipo. —«Tenga usted las llaves, que yo me largo. Y ojito con tocarle la pensión a mi madre, que le meto un paquete, ¡chorizo!». Qué gozada. Es un día grande. Hoy sí se ha portado Dios.

martes, 15 de junio de 2010

NO SOMOS DE PLÁSTICO



¡Qué pedazo de media luna más buena de merengue se iba comiendo un gordo cabrón el otro día por la calle! Luego dirán que si alguno roba para comer. Pues claro que roban. ¿No van a robar? Yo mismo estuve a punto de trincar la media luna y salir por patas. Pero era en mi barrio, y no se debe delinquir allá donde uno vive. No es prudente. Me acordé de mi padre que en paz descanse. El pobre cogió azúcar con los años, y podía comprar pasteles pero no comerlos. Yo puedo comerlos pero no comprarlos. Está visto que cuando la vida decide cebarse con una familia, si no es por una cosa es por otra y si no es con el padre es con el hijo, se ceba pero que bien cebada. ¡Hay que joderse, el pedazo de media luna que se iba comiendo el muy cabrón! Tendrían que prohibirles a los gordos cabrones ir comiendo por las calles, que los desgraciados no somos de plástico y parece que no os queréis hacer cargo.

sábado, 12 de junio de 2010

IX PREMIO 'PEPE GÓMIZ' AL MEJOR MICROCUENTO DE INTERÉS SOCIOLÓGICO



Por prevenirnos con brevedad y buen humor de lo mucho que se endeuda el que habla, y más aún, si confía sus propósitos a quien no debe, se acuerda, por unanimidad, conceder el ‘IX Premio “Pepe Gómiz” al mejor microcuento de interés sociológico’ al relato ‘El amigo’ de Pepe Gómiz.

EL AMIGO


Dos amigos se encontraron:

—¡Mira este! ¿Desde que ibas a ahorcarte, y todavía danzando?

—¿Pues y qué prisa tienes?

—Ah, no. Yo, ninguna. Si es por ti.

Fin

(Estupideces III, Pepe Gómiz)

ENTREVISTA A MI BLOG (1)


Hará año y medio que empecé como bloguero. Satisfecha la curiosidad de los primeros días, me pareció pronto una buena forma de proyectarse social y laboralmente. Pero el tiempo ha ido pasando y, desengañado en cuanto a las mejoras sociales, laborales ni de ningún otro tipo, pues no llegaron ni creo que vayan a llegar por esta vía, he querido abandonarlo definitivamente varias veces. Y es el caso que no puedo. Por una razón o por otra, siempre acabo regresando. Algo tiene este borde, que me impide dejarlo para siempre. No diré que engancha. Pero algo tiene. Tanto me intriga esa circunstancia, que está empezando a interesarme más el blog en sí mismo que todo aquello que voy poniendo en él, que la utilidad que pudiera proporcionarme. Creo que debo entrevistarlo. Quizás salgamos de dudas.

—¡Qué hay, majete!

—¡Qué tal, jefe!

—¿Todo bien por aquí?

—Aburrido.

—No entra un alma, ¿verdad?

—Mucha gente, lo que se dice mucha gente, no es que entre, no. Usted, de higos a peras, y poco más.

—Ya, ya. ¿Qué piensas tú que está fallando?

—Hombre. Es que eso de “fallando”… Depende de lo que buscara conmigo.

—Ya has visto lo que he puesto arriba. Pero vamos por partes. A ver. ¿Encuentras que el diseño es el adecuado?

—Yo pienso que sí. A usted no lo dejan diseñarme. Solo le dan a elegir entre unas cuantas plantillas. Y, conociéndolo como lo conozco, sé que no le gustan los méritos parciales sino la obra integral y, por tanto, no mueve un dedo por mejorar lo que ha hecho otro. Cosa muy distinta sería que le permitieran crearme de principio a fin.

—¿Pero la elección es correcta?

—Sí, por supuesto. Hay cada blog, que entra uno y acaba mareado y sin poder leer una letra. Fondo blanco. Muy correcta. Y que, para diseñar, ya tiene usted la arquitectura. ¿No?

—Solo en teoría. Pero sigamos. ¿En tu opinión, un blog ha de ser, por fuerza, positivo?

—Depende. Si es un blog de superación personal, de autoayuda y todas esas vainas, tiene que ser positivo. Pero un blog como yo, literario, crítico, de opinión y hasta de pensamiento, diría, o es como usted lo tiene enfocado o es una mariconada.

—Me alivia oírte decir eso.

—Es lo que pienso.

—¿Y tú crees que mi lenguaje grosero echa para atrás a la gente?

—En primer lugar, usted no solo utiliza un lenguaje grosero, sino también el más culto y exquisito que pueda encontrarse por estos lares. Así que, de lenguaje grosero, nada. Quien no sepa diferenciar el grano de la paja no es merecedor de tales ambrosías. Lo mejor que puede hacer, ese, es no entrar, o irse por donde vino.

—Eso están haciendo, sí.

—Pues que lo hagan. ¿O va a decirme que es preferible uno de esos blogs “positivos” que no cuentan absolutamente nada, y lo que cuentan está lleno de faltas de ortografía y atentados contra la ortodoxia de nuestra lengua?

—De ningún modo.

—Usted ha trabajado desde niño como un cabrón para dominar el idioma y manejarlo con la inusual propiedad con que lo maneja. Quien no aprecie ese esfuerzo no es digno de disfrutar el resultado.

—Me parece que te estás excediendo, y no voy a poder colgar este post.

—No veo por qué. Soy literatura. No una declaración jurada. ¿Qué sabe nadie si hablamos en serio o fantaseamos?

—Hombre. Echa algo de peste. Si cuelgo esto, van a pensar que soy un engreído.

—¡Déjese de pensar en lo que otros piensen, y ocúpese de pensar exclusivamente en lo que usted piensa! ¿No comprende que jamás sabrán si está fingiendo? ¿Que es imposible que lo descubran?

—Ahora eres tú quien no alcanza a entender. Si nos conociesen como somos, tal vez personas como yo se salvarían. Pero son las conjeturas, las conclusiones equivocadas, los prejuicios y los sambenitos, los rumores lo que me asusta. Hay que evitar a toda costa que florezcan en torno a uno. Porque te marcan de una manera indeleble. Te condenan. Te privan de la gloria. Y, aun, del sustento diario si te descuidas. Ahí está el verdadero enemigo. No en lo que somos. Sino en lo que creen que somos.

(CONTINUARÁ)

jueves, 10 de junio de 2010

BIENVENIDOS


A los transeúntes:

Un amigo mío se ha brindado a echarme un cable, dando noticia de mi existencia a su numeroso grupo de habituales. Favor que le agradezco, pero que también me preocupa. Así se lo he puesto en un correo: “Voy también a incluir un nuevo post en mi blog tratando de dejar a todos contentos, no sea que entre allí alguien de los que estás invitando a conocerme y enmudezca al comprobar qué bestia parda tienes por amigo”.

Ese “nuevo post” al que me refiero es este que ahora trato de escribir, y confieso que no es fácil. Pero, veréis, yo lo haré fácil. Soy igual que cualquiera de vosotros, ni más dulce ni más amargo, ni más alegre ni más triste, ni más listo ni más tonto, ni más bueno ni más malo, ni más tolerante ni más crítico, ni más ni menos en nada que nadie. Igual. Soy exactamente igual. ¿Dónde está, entonces, la diferencia? ¿Qué me hace temer que pueda alguien considerarme una “bestia parda”? No hay cosa. Lo que pongo a mi amigo en el correo es, como todo lo que hago por Internet, una pose, un recurso literario, una forma, si se quiere, de cortesía social. Pero solo eso. Porque estoy convencido de que toda persona con dos dedos de luces, y en su sano juicio, sabe discernir, aplicando lo que llaman ‘empatía’, entre un loco que escribe y un escritor que finge. Luego, miedo a equívocos no tengo ninguno y holgarían, pues, las explicaciones. Aunque sigo. ¿Dónde está, entonces, preguntaba, la diferencia? Más simple, imposible: Yo he decidido despojarme de casi todas las caretas que vosotros aún lleváis puestas. Esa es la diferencia. Despojaos de ese lastre, y escribiréis lo que yo escribo. Despojaos de ese lastre, y conoceréis al que está detrás de lo que escribo. Despojaos de ese lastre, y experimentaréis la curiosa sensación, tranquilizante para pocos e inquietante para muchos, o al revés, de veros reflejados en aquel que os espantaba, en un desconocido, de veros reflejados, sencillamente, en otro.

Sed bienvenidos, gente con dos dedos de luces y en vuestro sano juicio.


Pepe Gómiz


P. D. Puede alguien pensar: ¿Si en el primer párrafo dices que te preocupa, cómo puedes en el segundo párrafo negar que te preocupa y quedarte tan a gusto, descarado?... Porque finjo, queridos. Porque finjo. Ya lo aclaró Pessoa: “el poeta es un fingidor, y finge tan completamente, que hasta finge que es dolor el dolor que en verdad siente”. Y yo añadiría… “y no siempre”. Y yo añadiría… “y nunca sabréis cuándo”.

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