ENTREVISTA A MI MISIÓN EN LA VIDA
—Chata, me traes loco.
—¿Por?
—No sé. Eres medio enigmática.
—A ver. Desarrolla algo eso.
—Sí. Que me desconciertas. Que lo mismo me parece tenerte calada como que no te conozco lo más mínimo.
—Bien. Ese es el juego. Es lo que convinimos antes de que nacieras. ¿No recuerdas?
—No.
—Perfecto. La amnesia funciona.
—¿La amnesia?
—Claro. Toda la información del mundo espiritual es borrada de vuestra memoria al encarnaros en un nuevo cuerpo.
—Entiendo. Y tú y yo lo teníamos acordado de ese modo.
—No solo tú y yo. En general, nadie descubre fácilmente su misión en la vida. Lo normal es morirse ignorándola.
—Pero a veces tengo la sensación de que…
—Y muchos otros. Repito que ese es el juego. Creer que nos habéis encontrado, para decepcionaros después. De esa manera seguís buscando.
—Y aprendiendo, ¿verdad?
—Aprendiendo, por supuesto. Y, lo más importante, haciendo uso de vuestro libre albedrío. Eligiendo unos caminos y descartando otros sin la certeza de estar en lo correcto. Sin la seguridad de alcanzar vuestras metas. Y, ni siquiera, de si son o no las adecuadas.
—Pero, esto que estás llamando ‘juego’, ¿acaso divierte a alguien?
—No. Es útil.
—¿Para quién?
—En principio, para vosotros.
—¿En principio?
—Es lo que te debe preocupar ahora. Aunque, como sospechas, lo que afecta a una parte de la Creación, por insignificante que sea esa parte, afecta a toda la Creación.
—¿Somos los humanos insignificantes?
—No he querido decir eso.
—¿Lo soy yo, entonces?
—Tampoco.
—¿Qué has querido decir, pues?
—Hablo de un gigantesco engranaje en el que todas las piezas se interrelacionan en pie de igualdad. Y, por tanto, lo que es útil para ti lo es también para el engranaje entero.
—¿Incluye ese engranaje a Dios?
—Ese engranaje es Dios.
—Me parece que nos estamos desviando. Lo que pretendo con la entrevista no es otra cosa que conocerte. Conocer mi misión en la vida. Ser capaz de diferenciarte entre miles de opciones. ¿Puede ser?
—Lo lamento. Me está prohibido desvelar mi identidad.
—¿Pensando sacaré, quizás, alguna conclusión?
—Pensar enriquece siempre. ¿Has probado a mirar dentro de ti?
—Mucho. Y nada.
—¿Has preguntado a tus guías?
—No responden.
—Al acostarte, pide que se te mande una señal mientras duermes. Suele funcionar.
—Conmigo no.
—Pues solo queda la opción de una hipnosis regresiva.
—Lo he considerado. ¿Pero no será una medida demasiado directa? ¿Demasiado transgresora?
—En absoluto. La sesión resultará estéril, si así lo deciden en las altas esferas. O arrojará la luz que persigues, si te es concedido el hallarla.
—Es muy probable, en ese caso, que lo intente. Gracias por tu tiempo.
—No hay de qué. Es el tuyo.
—Disculpa. ¿Y el tarot?
—También vale. Cualquier forma de videncia.
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