ENTREVISTA A UN RICO
—Disculpe.
—¿Es a mí?
—Sí, a usted. No hay champán, ni coca, ni lameculos, ni golfas, ni grandes marcas, ni productos exclusivos, ni buen rollo, ni nada que sugiera mínimamente la más remota forma de glamour…
—¡Qué ordinariez, por Dios!
—… Aun así, ¿me concede una entrevista?
—¡Venga ya! ¿Una entrevista? ¡Pero, por favor! ¡Es total! ¡Me chiflan las entrevistas!
—¿Entonces?
—Pregunta, pregunta.
—Comenzamos, pues. Bienvenido.
—Gracias.
—Usted es asquerosamente rico, ¿verdad?
—Asquerosamente no es la palabra. Yo diría deliciosamente rico.
—¿Deliciosamente? ¿Su vida es deliciosa?
—Lo intento.
—¿A qué se dedica?
—Negocios.
—¿De qué tipo?
—Es lo de menos.
—Entiendo. ¿Se siente más admirado que envidiado, o al contrario?
—No me preocupa. Me limito a ser feliz.
—¿Le produce algún remordimiento saber que, mientras usted se limita a ser feliz, hay tantas personas pasando dificultades económicas, e incluso hambre?
—No. ¿Por qué? Somos distintos unos de otros. No todos tenemos la misma suerte.
—¿Debe su éxito a la suerte?
—Las cosas han salido bien.
—¿Conoce la ley de atracción?
—No. ¿Qué es?
—Pensar en positivo para atraer lo positivo.
—Es justo lo que yo hago.
—Lo suponía. Tengo un epigrama que dice…
—¿Un epiqué?
—Una frase.
—¿Frase?
—Un pensamiento.
—Ah.
—Que dice: Lo imperdonable del rico es que, teniendo más dinero del que necesita, no se moleste en aumentar sus necesidades.
—Yo sí me molesto en aumentar mis necesidades. Precisamente me acabo de comprar un Bentley de 350 000 euros esta misma semana.
—Y otro que dice…
—Oye. ¿Va a durar mucho esto? Es que tengo gimnasio.
—No, no. Acabamos enseguida. ¿Distingue a los que se le acercan por su dinero?
—Te repito que no me preocupa la gente.
—¿Le interesa el arte?
—Es una buena inversión.
—¿Cuándo lloró por última vez?
—No lo recuerdo.
—¿Hay algo que no haya conseguido?
—Tampoco lo recuerdo.
—¿Se imagina pobre?
—Tengo que irme.
—Pero si estamos empezando.
—Que me voy, te digo.
—¿Sabes que, con lo que cuesta el Bentley, se hubieran librado del desahucio un puñado de familias?
—No es mi problema. Quien se mete en una hipoteca debe ser responsable.
—¿Quien se mete en una hipoteca? Ya veremos dónde metes tú tu sucio culo el 21 de diciembre de 2012, puto cabrón.
—Estás loco.
—¡Basura! Al gimnasio… Yo sé a lo que va este al gimnasio… ¡No te cabe na!...
Que grande, Pepe! :-)))
ResponderEliminarUn abrazo,
JavierM.
Un Bentley de 300 000 euros... ¡Ya que pillara yo aunque fueran las colillas del cenicero!
ResponderEliminar¿Va todo bien, Javier?
Un abrazo
"—¿Un epiqué?" :-))
ResponderEliminar¿Que si va todo bien? Bueno, según se mire, aún no me he quedao preñao. Yo creo que este año no viene ni la primavera, de puritito miedo que le dá... Te llamo, un abrazo. JavierM.