No me va a quedar otro remedio que darles la razón a todos los simplones, socarrones, vividores y analfabetos que he conocido a lo largo de mi vida. Sencillamente, estaban en lo cierto: ‘Dios no existe’, ‘solo se vive una vez’ y ‘cada quien es el único responsable de cuanto le pasa’. Argumentos todos ellos despreciables para el hombre de seso que lleva años y más años buscando respuestas a la grandes preguntas. Tiempo perdido. De nuevo, Sancho Panza triunfa sobre don Quijote. ¡Dita sea! ¡Putos zampabollos y tumbacuartillos! ¡Suyo es el mundo y a joderse tocan!
Bajaos el documental “El secreto” y me entenderéis. Resulta que, mediante el pensamiento, provocamos todo aquello que nos sucede. Así de sencillo y así de decepcionante. ¿Dios? Ese, o ha decidido que le hagamos nosotros el trabajo, o ni siquiera existe. Ya os digo que todo, absolutamente todo lo que nos sucede, lo provocamos nosotros con el pensamiento. ¡Chúpate esa, colega! Se trata de una curiosidad llamada “Ley de atracción”. Ya sabéis, lo de pensar en positivo y toda la vaina. Insisto, lo que todos los simplones, socarrones, vividores y analfabetos que he conocido a lo largo de mi vida ponen en práctica diariamente, y con espléndidos resultados, por cierto. Uno se preguntaba: “¿Y a estos mediocres por qué les salen las cosas tan a pedir de boca y gente fenómena, pero fenómena de cojones, va de culo?”. Pues resuelto el enigma. Cuanto más necio, más afortunado. Son los típicos de “a mí déjame de rollos”, “no me calientes la cabeza” y consignas de ese estilo. ¡Menuda potra tienen los muy cabrones!
Como refrendo epistemológico a ese remediabobos llamado “Ley de atracción”, diré que, mal que me pese, he comprobado su eficacia en mis propias carnes: Se me ha roto una persiana, que en circunstancias normales así habría quedado para los restos, pero he pensado en positivo, he cogido una silla, un destornillador y —¡cágate!— he conseguido arreglarla. Ya veis, como cualquiera de esos simplones a los que nada se les oscurece. Tanto libro, tanto libro… ¡No sé para qué mierda me han servido! La “Ley de atracción”, niño. Ese es el futuro.
Próximamente os hablaré de otro documental que aborda lo mismo, pero desde una perspectiva algo más científica. Entre tanto, no dejéis de ver “El secreto”. No por mí, que me importa tres leches que lo veáis o no, sino por vosotros.
(NOTA DEL AUTOR: Lo mismo se podría haber dicho con menos palabrotas, pero me merecéis demasiado respeto como para tratar de engañaros. Valéis mucho, chatos).
(NOTA DEL AUTOR: Lo mismo se podría haber dicho con menos palabrotas, pero me merecéis demasiado respeto como para tratar de engañaros. Valéis mucho, chatos).
No hay comentarios:
Publicar un comentario