ENTREVISTA A LA AUSENCIA
Habíamos quedado para hacerle la entrevista, pero no ha llegado todavía. Esperaré un poco más y, si no viene, empezaremos sin ella. [...] En fin, comencemos.
—Bienvenida.
—…
—Nada. Que si quieres arroz. ¿Es usted la ausencia?
—…
—Supondremos que lo es. ¿Usted por qué no está nunca? ¿Es, acaso, miedo escénico?
—…
—¿Irresponsabilidad, tal vez?
—…
—¡Oiga, no será desprecio por los demás! Porque eso sí que me parecería inaceptable. Que se creyera usted superior. Vaya. Que nos considerase inferiores. Indignos de su presencia.
—…
—Bien. Espero que no. En cualquier caso, sus razones tendrá, y se le respetan. ¿Qué quería yo comentarle?... Ah, ya recuerdo. Usted se pierde bastantes, por no decir todas. ¿Hay algún acontecimiento en particular al que lamente no haber asistido? No sé. Un natalicio. Una muerte. Una celebración. Cosas así.
—…
—Seguro que lo hay. Y no uno, sino muchos. ¿Verdad?
—…
—Bueno. No le encuentro demasiado sentido a que sigamos con este monólogo. Continuaremos si algún día se digna comparecer. ¡Qué estupidez acabo de decir! Gracias, y que le vaya bien. Y sepa que en ocasiones, según a qué personas y en qué circunstancias, hace mucho daño. Recapacite sobre eso.
—…
—Ya, ya. Por supuesto. También es recibida con entusiasmo cuando lo que esperamos no es agradable. Sí. Que usted no solo es la ausencia de lo bueno, sino también de lo malo. Se le tiene en cuenta. Lo dicho: Gracias y cuídese.
No hay comentarios:
Publicar un comentario