ENTREVISTA A UNO QUE NO PASA POR MI BLOG
—Perdone, caballero. ¿Le importaría concederme una entrevista?
—Quién. ¿Yo?
—Sí.
—¿Por qué?
—Usted no visita mi blog. ¿Verdad?
—No. Ni siquiera sabía que tuviera un blog.
—Pues justo por eso.
—¿Porque no lo visito, o porque no sabía que lo tuviera?
—Por ambas razones. ¿Me concede la entrevista?
—Bueno. Si le sirve para algo…
—Sí. Sí me sirve. Muchas gracias y bienvenido.
—De nada.
—¿Me dice su idioma, profesión, edad y estado civil?
—Mi idioma es el español, soy funcionario, tengo 40 años y estoy casado y con dos hijos.
—Perfecto. Un ciudadano medio de habla española.
—Supongo.
—¿Usa Internet habitualmente?
—Todos los días.
—¿En casa?
—En casa y en el trabajo.
—¿Se conecta, pues, en los dos sitios?
—Sí.
—Aunque en el trabajo estará usted más controlado.
—Claro. Pero, si tengo un rato, aprovecho para mirar mis cosas.
—Bien, bien. ¿Qué suele buscar en la red?
—El correo. Noticias. Música. Vídeos en YouTube. Algo que necesite en Google… Lo normal.
—¿Entra en blogs?
—De vez en cuando.
—¿Está suscrito a alguno?
—No.
—¿Qué espera encontrar cuando se mete en un blog?
—Nada en particular. Algo que sea interesante.
—¿Interesante? ¿Qué es para usted interesante?
—No sé. Algo original. Distinto. Que capte mi atención por algún motivo.
—¿Que capte su atención? ¿A qué se refiere? ¿A asesinatos en directo? ¿A canibalismo? ¿A zoofilia?...
—¡No, hombre! ¿Por quién me toma?
—¿Entonces?
—Qué sé yo. Algo ingenioso. Inteligente. Moderno...
—¿Creativo?
—Sí. También algo creativo.
—En ese caso, hace muy mal no pasando por mi blog.
—Vale. Pasaré por su blog. Pero no se enfade, caramba. Que, ya le he dicho, no sabía que tuviera usted un blog.
—No. Si no me enfado. No me enfado ni con los que pasan y no vuelven. ¿Cómo iba a enfadarme con usted, que ni tenía noticia de su existencia?
—Pues eso.
—Nada más. Muchas gracias por su amabilidad.
—A usted.
—Y le espero. No se olvide.
—Pasaré. Pasaré. Pierda cuidado. Pero disculpe una pregunta.
—¿Sí?
—¿Qué interés tiene en que la gente conozca su blog?
—Lo cierto es que ninguno. No trabajo para la gente, sino para mí. Pero sucede que estoy preparando un libro de entrevistas irreales y, para esta en concreto, finjo ser un bloguero ansioso de visitas. Eso es todo.
—Ah. Estupendo.
Pues yo paso...
ResponderEliminary volveré y seguiré pasando.
Un abrazo, Pepe.
Ni 'gracias', ni 'mil gracias', ni 'un millón de gracias', ni ninguna otra de las fórmulas al uso tienen fuerza suficiente para expresarte mi gratitud.
ResponderEliminarUn abrazo.