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"La suerte es una fuerza compensatoria para beneficiar a los más torpes". (Prontuario de supervivencia, Pepe Gómiz)

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Descripción: Este blog es una nanoporción de mí mismo; a mi vez, nanoporción de la humanidad; a nuestra vez, nanoporción del universo; a su vez, nanoporción de un todo perteneciente al supratodo que ni llego a imaginarme.

Herramientas: Los fenómenos de mi experiencia, los noúmenos de mi fantasía, mi literatura, mi música y demás utillaje.

Valoración: De visita muy recomendable.

Expectativas: Tras consultar el DRAE, diré que vergatarias, padrísimas, óptimas.

Conclusión: Sin necesidad de consultar el DRAE, acción y efecto de concluir.

sábado, 2 de julio de 2011

ENTREVISTA A LA VICTORIA



ENTREVISTA A LA VICTORIA

Es recibida en olor de multitud por una plebe ciega y fiel que implora su atención. La heroína sonríe y concede. Acercándose a la valla, firma autógrafos entre empujones, gritos y desmayos de los circunstantes. Es feliz. Se dirige a donde aguardo para entrevistarla. Mientras avanza, saluda de lejos a las turbas, que agradecen el gesto enloquecidas. Llega hasta mí. Dándome la espalda, vuelve a saludar. Me quedo con la mano extendida. Se gira, pero no logro que fije sus ojos en los míos. Recuerdo aquello de “más vale un bombón para muchos…”. Y comienzo.

—Me repugnas.

—Típico de un perdedor —responde sin inmutarse, dándome de nuevo la espalda.

—¿Perdedor? Me parece a mí que tú tienes mucha jeta y mucha suerte.

—¡?

—En primer lugar, para ser un perdedor hay que competir, y yo no he competido...

—¡Falso!

—… Y en segundo lugar, eso de que ganar sea lo bueno habría que discutirlo. Porque no sé yo qué tiene de meritorio vencer a otros. No sé, siquiera, qué tiene de interés medirse con otros. Lo encuentro incluso poco saludable.

—Serás el único. A todo el mundo le gusta medirse con otros y vencerlos.

—¿A todo el mundo, o a la escoria del mundo?

—A la mayoría del mundo.

—A una mayoría no evolucionada.

—Pues, precisamente, superarse es la base de la evolución.

—Tú lo has dicho. Superarse. Verbo reflexivo. La evolución se alcanza luchando con uno mismo. Aprendiendo de uno mismo. De los aciertos propios. Y de los errores propios. Perdiendo con uno mismo. Y venciéndose a uno mismo. No a los demás.

—Discrepo por completo. Si luchas siempre con el mismo adversario, desaparece el factor sorpresa, caes en la rutina y las contiendas pierden su efecto aleccionador.

—¿Piensas, acaso, que tengo dentro de mí un solo adversario?

—A menos que sufras de trastorno multipolar, sí.

—¡Qué retorcida conclusión es esa! Sepa usted, señora mía, que no sufro de ningún trastorno multipolar, y sí, en cambio, me habita un ejército de adversarios, a cuál más peor intencionado. Un ejército de cabrones de colmillos retorcidos, que me mantienen permanentemente en guardia e ideando mil y una formas nuevas de vencerlos. No tengo necesidad alguna de salir de mí para superarme.

—A pesar de ello, eres un perdedor. Porque luchas contra ti mismo, y contra ti mismo pierdes. Y da igual contra quién luches. Lo que importa es que pierdes.

—¡Pero sin herir a nadie!

—¿Era eso? ¿Es no herir a otros lo que te preocupa? ¿Qué crees que hará contigo quien te venza, sino airear despiadado su victoria olvidándose de cómo te sientas? El que compite sabe a qué se expone. Si triunfa, humillará al oponente. Si pierde, será él el humillado. Son las reglas. De las derrotas se aprende, y ese aprendizaje solo se alcanza compitiendo.

—¡Palabrería! No estoy dispuesto a servirme del sufrimiento ajeno. Detesto a los que levantan el puño poseídos por la vanidad. A los que buscan el éxito con vergonzoso amor propio. A los que anteponen la victoria a cualquier otra consideración. Son bestias primitivas, de almas toscas y conciencias romas. No. Jamás perteneceré a ese rebaño. Y se acabó la entrevista. Despides un hedor nauseabundo que va a hacerme vomitar.

Igual no me ha escuchado esto último, porque se ha largado.

—¡Que despides un hedor nauseabundo…!

Ya está otra vez firmando autógrafos. Bah. Que les den a la victoria y a quienes le rinden pleitesía.

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