FINGIDORES
Un hombre se enamoró perdidamente de una joven que se cruzó en la calle. Estuvo observándola unos meses antes de hablarle:
—¿Y qué me ofrece? —le dijo ella tras escucharlo.
—Mi amor y mi persona. Todo lo que tengo.
Haciendo un gesto de desprecio, la joven se marchó.
Poco después, en compañía de guardaespaldas y recibiendo atenciones de los empleados, el hombre entraba en un hotel de su propiedad.
—Amor mío —lo abordó la joven con uniforme de limpiadora—, ¿por qué no me dijiste que eres rico? Te hubiera querido igual.
—Fingía.
—Yo también.
Haciendo un gesto de desprecio, el hombre se marchó.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
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