PESADILLA
—No, doctor. Ella es muy buena niña —decía la madre—. No tiene novio. Va a misa. Sabe coser. Le gusta la cocina. Es muy hogareña. Muy primorosa. No fuma. No bebe. Me tiene preocupadísima. ¿Estará loca?
—Pues, por lo que me cuenta, es muy probable que su hija sea una psicópata. La vamos a internar.
—Ay, qué disgusto.
—Y porque aún no tiene los dieciocho años. Que, si no, la meteríamos directamente en la cárcel. Tenga en cuenta que puede contaminar a otras.
Cuando ponían a la joven una camisa de fuerza, la mujer despertó de la pesadilla. Fue de inmediato al cuarto de su hija, y vio con satisfacción que no estaba. Regresó a la alcoba.
—¿Qué hora es? —preguntó su marido.
—Las cinco de la mañana. Sigue durmiendo.
—¿Ha llegado ya la niña?
—Todavía no.
—Estará golfeando por ahí con los tíos.
La mujer sonrió feliz.
—Gracias a Dios —dijo.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
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