
(Publicado en mi blog antiguo el martes 5 de mayo de 2009)
Estaba yo en el bar tratando de escribir algo, mientras Paquito y un amigo suyo de la hostelería, que había pasado a verle, se engolfaron a gritos en una discusión sobre si el hombre había estado en la Luna, o fue todo un montaje. El uno que por supuesto. El otro que ni hablar. Que si la película de Stanley Kubrick, que si la bandera al viento, que si la sombra de los focos... ¡Un coñazo! Llevaban media hora dando voces sin ponerse de acuerdo cuando se vinieron a mí.
- Don José, que dice este que el hombre no ha estado en la Luna.
- Dígaselo usted. ¿Verdad que, con la gravedad, no se puede abandonar la Tierra?
- Sí estuvo -sentencié-. Juro por Dios que yo he visto a mi padre tirarse un peo y levantarse dos palmos del suelo. Cierto que el peo fuese de campeonato. Pero hablamos de unas tripas, señores. Ergo más un cohete, con la fuerza de mil demonios que eso tiene.
Se les puso cara de tontos.
- ¿Ergo más, don José?
- Contrimás.
- Ah.
Quedaran, o no, satisfechos, es el caso que mudaron de asunto, regresó la paz al bar y yo a mis fantasías.
Estaba yo en el bar tratando de escribir algo, mientras Paquito y un amigo suyo de la hostelería, que había pasado a verle, se engolfaron a gritos en una discusión sobre si el hombre había estado en la Luna, o fue todo un montaje. El uno que por supuesto. El otro que ni hablar. Que si la película de Stanley Kubrick, que si la bandera al viento, que si la sombra de los focos... ¡Un coñazo! Llevaban media hora dando voces sin ponerse de acuerdo cuando se vinieron a mí.
- Don José, que dice este que el hombre no ha estado en la Luna.
- Dígaselo usted. ¿Verdad que, con la gravedad, no se puede abandonar la Tierra?
- Sí estuvo -sentencié-. Juro por Dios que yo he visto a mi padre tirarse un peo y levantarse dos palmos del suelo. Cierto que el peo fuese de campeonato. Pero hablamos de unas tripas, señores. Ergo más un cohete, con la fuerza de mil demonios que eso tiene.
Se les puso cara de tontos.
- ¿Ergo más, don José?
- Contrimás.
- Ah.
Quedaran, o no, satisfechos, es el caso que mudaron de asunto, regresó la paz al bar y yo a mis fantasías.
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