EL ACUERDO
Un hombre murió, y al llegar al Cielo, solicitó ver a Dios inmediatamente.
—Estoy indignado contigo —dijo al Creador—. ¿Quién te has pensado que eres, engreído y vanidoso prepotente? ¿Con qué derecho nos dejas en el mundo tan desinformados, sin saber de dónde venimos, a dónde vamos, si existes o no, ni qué sentido tiene o deja de tener la vida? Eres cruel. Un malvado sin escrúpulos. ¿Imaginas acaso cuánto he sufrido haciéndome preguntas?
Dios lo interrumpió diciendo:
—Entiendo tus palabras. Muchos vienen a mí presentando la misma queja. Pero todos nacéis tras llegar a un acuerdo previo conmigo.
Sacó un papel, que dio a leer al hombre.
—«De común acuerdo con Dios» —decía—, «acepto nacer, sabiendo que, mientras dure mi vida terrenal, perderé toda conciencia de este otro mundo que ahora dejo, y al que tras mi muerte volveré».
Iba firmado por ambos.
El hombre pidió disculpas a Dios.
—Estoy indignado contigo —dijo al Creador—. ¿Quién te has pensado que eres, engreído y vanidoso prepotente? ¿Con qué derecho nos dejas en el mundo tan desinformados, sin saber de dónde venimos, a dónde vamos, si existes o no, ni qué sentido tiene o deja de tener la vida? Eres cruel. Un malvado sin escrúpulos. ¿Imaginas acaso cuánto he sufrido haciéndome preguntas?
Dios lo interrumpió diciendo:
—Entiendo tus palabras. Muchos vienen a mí presentando la misma queja. Pero todos nacéis tras llegar a un acuerdo previo conmigo.
Sacó un papel, que dio a leer al hombre.
—«De común acuerdo con Dios» —decía—, «acepto nacer, sabiendo que, mientras dure mi vida terrenal, perderé toda conciencia de este otro mundo que ahora dejo, y al que tras mi muerte volveré».
Iba firmado por ambos.
El hombre pidió disculpas a Dios.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
No hay comentarios:
Publicar un comentario