ENTREVISTA A DIOS (6)

Esto es continuación de ENTREVISTA A DIOS (5)

Llevo un buen rato tratando de contactar con Él, pero debe de estar ocupado, porque no atiende.

—¡Altísimo!...

—¿Qué sucede?

—Hola. Sé que hablamos ayer, y que soy un pesado, pero es que tengo tantas dudas…

—Dime.

—¿Esto que yo hago es rezar?

—Orar, más bien. Sería rezar si usaras plantillas.

—¿Plantillas?

—Me refiero a las oraciones convencionales. Esos textos que son redactados para que se dirijan a mí quienes no tienen don de palabra o quienes desean hablar conmigo pero sin tener muy claro acerca de qué.

—No es mi caso, ¿no?

—Naturalmente. Tú no necesitas plantillas.

—O sea, que lo que yo hago es orar.

—Sí. Hablar conmigo como tú lo haces es orar.

—Aunque no sea para pedir.

—Todo el que habla conmigo espera algo. Tanto si lo reconoce explícitamente, como si intenta enmascararlo. ¿O, acaso, no me haces tú preguntas esperando que sean contestadas?

—Pero son consultas, no peticiones.

—¿Y dónde está la diferencia entre quien pide ayuda para sus problemas y quien pide respuestas para sus preguntas? No la hay. Porque ambos buscáis llevar la paz a vuestras almas.

—Entiendo. ¿Y qué es más valioso para usted? ¿Orar o rezar?

—Todo lo que venga de vosotros es para mí valioso. Sois yo mismo, y lo que os afecta me afecta. Lo que os preocupa…

—Perdone que le interrumpa. Eso ya lo sé. Pero le insisto: ¿Orar o rezar?

—Pensar. Con eso sería suficiente.

—¿Solo pensar? ¿Sin emitir palabra alguna?

—No necesito de palabras para saber lo que queréis decirme. Yo leo las ideas. Las emociones. Los sentimientos. Lo único que importa.

—¿Y las palabras, entonces?

—Son herramientas. Un lenguaje provisional hasta que, muy pronto, dominéis la telepatía.

—¿Telepatía? ¿O sea, que es verdad lo que se comenta...?

—Es verdad. Pero eso es asunto para otra entrevista.

—De acuerdo. Conclusión: ‘No hacen falta palabras para hablar con Dios’.

—Así es.

—Pues muchas gracias, y hasta la próxima.

—Hasta la próxima.

Continúa en ENTREVISTA A DIOS (7)