Quién como nosotros los españoles. Se siente uno elegido por la fortuna y orgulloso de pertenecer a una patria que ha dado tantos genios, que tantas joyas escribieron en nuestra lengua materna. Fijaos, si no, en esta maravilla que Calderón de la Barca pone en boca de Rosaura, personaje de ‘La vida es sueño’, dialogando con Segismundo, otro de los personajes, en la Escena II de la Jornada Primera.
Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
¿habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
Cuentan de un sabio, que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas yerbas que cogía.
¿habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió,
halló la respuesta, viendo
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
(La vida es sueño, Calderón de la Barca)
¡Sublime! ¿No os parece? Viene, además, que ni pintado para estos tiempos, en que no solo los sabios están en la miseria, sino todo hijo de vecino. Y lo que te rondaré, morena.
Os comento, como anécdota, que este y muchos otros pasajes de la literatura universal son familiares para mí, desde niño, gracias a la habilidad de mi madre para acoplar a cada situación el texto adecuado, que almacenaba en su portentosa memoria. Concretamente el de Rosaura en ‘La vida es sueño’ lo escuché cada vez que maldije mi suerte. Pero cuento por cientos los que con oportunidad iba entresacando, según las circunstancias, sin que faltara una coma. Y de refranes, ni hablemos. Los conoce todos. Así me fui criando. Nunca se lo agradeceré lo suficiente.
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