LA BODA
Un hombre soltero, hastiado de correrías y de tanta libertad, quiso sentar cabeza. Buscó una mujer durante algún tiempo, pero no encontró a la indicada. Así que decidió casarse consigo mismo. Hombre influyente, no le costó mucho obtener el necesario permiso de las autoridades para llevar a efecto tan disparatada ocurrencia.
El día de la boda se bajaron de un solo coche el padrino, la madrina y él. Del brazo de ambos entró en la iglesia. La gente observaba incrédula.
—¿Quieres a este hombre por esposa? —le preguntó el sacerdote.
—Sí quiero —contestó.
—Y tú. ¿Quieres a este hombre por marido?
—Sí quiero —volvió a contestar.
Ya en el banquete, un amigo le habló en privado.
—¿Qué te pasa? Te noto serio —le dijo—. Tienes que alegrar esa cara. Es el día más feliz de tu vida.
—Te voy a ser sincero —confesó el hombre—. No me caso enamorado.
El día de la boda se bajaron de un solo coche el padrino, la madrina y él. Del brazo de ambos entró en la iglesia. La gente observaba incrédula.
—¿Quieres a este hombre por esposa? —le preguntó el sacerdote.
—Sí quiero —contestó.
—Y tú. ¿Quieres a este hombre por marido?
—Sí quiero —volvió a contestar.
Ya en el banquete, un amigo le habló en privado.
—¿Qué te pasa? Te noto serio —le dijo—. Tienes que alegrar esa cara. Es el día más feliz de tu vida.
—Te voy a ser sincero —confesó el hombre—. No me caso enamorado.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
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