Esto es continuación de ENTREVISTA A DIOS (3)
—¿Dios?
—El mismo.
—¿Lo cojo ocupado? ¿Tal vez comiendo?
—¡Déjate de majaderías! ¿Qué quieres?
—Pues el asunto es que no me jalo una rosca.
—¿Con qué?
—Con nada. Ni con la música. Ni con la literatura. Ni con…
—Ya me estás llevando otra vez al huerto. Te dije que solo temas generales.
—Sí, sí. Temas generales. Lo recuerdo. Pero es que de verdad que lo estoy pasando muy mal. Aquí la gente sube como la espuma. En Almería, en concreto, y en el mundo del arte, hasta el más tonto hace relojes. Publican libros. Sacan discos. Dan recitales. Cogen fama. Encuentran trabajo. Y yo no salgo del pozo.
—Quizás te estés equivocando de estrategia.
—¿Luego hay una estrategia?
—Muchas. Y, además, ¿tú realmente quieres ser como ellos? ¿Llegar donde ellos?
—Pues, ahora que lo dice… No estoy muy seguro.
—¡Entonces, hombre! Y suponiendo que quisieras llegar donde ellos, ¿estarías dispuesto a sacrificarte para conseguirlo?
—Pues…
—¡Si es que tienes cosas de ‘huéleme el culo’, hijo mío! No sabes lo que quieres, pero te gustaría conseguirlo. Es surrealista.
—¡Cómo me está dejando el cuerpo, Altísimo!
—Ya me dirás.
—Bueno. Si eso, cuando aclare las ideas, hablamos de nuevo.
—Venga.
—Por cierto, ¿debo darme prisa? Quiero decir que si me queda vida todavía o voy a diñarla pongamos dentro de…
—No te enrolles, que me voy. Hasta luego.
—Hasta luego, Dios.
Continúa en ENTREVISTA A DIOS (5)
—¿Dios?
—El mismo.
—¿Lo cojo ocupado? ¿Tal vez comiendo?
—¡Déjate de majaderías! ¿Qué quieres?
—Pues el asunto es que no me jalo una rosca.
—¿Con qué?
—Con nada. Ni con la música. Ni con la literatura. Ni con…
—Ya me estás llevando otra vez al huerto. Te dije que solo temas generales.
—Sí, sí. Temas generales. Lo recuerdo. Pero es que de verdad que lo estoy pasando muy mal. Aquí la gente sube como la espuma. En Almería, en concreto, y en el mundo del arte, hasta el más tonto hace relojes. Publican libros. Sacan discos. Dan recitales. Cogen fama. Encuentran trabajo. Y yo no salgo del pozo.
—Quizás te estés equivocando de estrategia.
—¿Luego hay una estrategia?
—Muchas. Y, además, ¿tú realmente quieres ser como ellos? ¿Llegar donde ellos?
—Pues, ahora que lo dice… No estoy muy seguro.
—¡Entonces, hombre! Y suponiendo que quisieras llegar donde ellos, ¿estarías dispuesto a sacrificarte para conseguirlo?
—Pues…
—¡Si es que tienes cosas de ‘huéleme el culo’, hijo mío! No sabes lo que quieres, pero te gustaría conseguirlo. Es surrealista.
—¡Cómo me está dejando el cuerpo, Altísimo!
—Ya me dirás.
—Bueno. Si eso, cuando aclare las ideas, hablamos de nuevo.
—Venga.
—Por cierto, ¿debo darme prisa? Quiero decir que si me queda vida todavía o voy a diñarla pongamos dentro de…
—No te enrolles, que me voy. Hasta luego.
—Hasta luego, Dios.
Continúa en ENTREVISTA A DIOS (5)
Soberbio, una vez más.
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