No pocas veces os habrá pasado que ‘hablando del rey de Roma, por la puerta asoma’. Hoy, cuando llegué al bar, Paquito y el mierda —su puto jefe— estaban discutiendo. Supongo que gracias al sexto sentido que dicen que tenemos, sospeché de inmediato que yo era la causa. Pararon en seco al verme. A Paquito se le fue el color, pero su puto jefe seguía con la jeta de mala hostia y con ganas de soltarme a la cara las basuras que estaba diciendo a mi espalda.
—«¡A que no tienes huevos!».
Al rato, vino Paquito. Incómodo. Desdibujado, diría. No era él. Suele pasarle a la gente de orden con los trances engorrosos. Es bueno que suceda. Significa que la persona tiene vergüenza.
—¿Está bien de espuma, don José?
—En su punto, querido.
—¿La palabra de hoy?
—Vindicar.
—¿Significa?
—Defender —como tú haces conmigo— a quien es injuriado o calumniado injustamente.
—¡Paco, atiende! —nos gritaron desde la barra.
Clavé mis ojos en el mierda y él en mí los suyos. Así estuvimos un largo instante… Cualquier día ocurre una desgracia.
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