
LA PARTIDA
Gente de los bajos fondos se reunió para jugar a las cartas. Las apuestas eran muy elevadas. Iban retirándose los perdedores y quedándose la mesa cada vez más vacía. Finalmente, solo dos continuaban porfiando. La suerte se alternaba entre ambos, y ninguno de los presentes tenía claro quién vencería.
Al cabo de las horas, la fortuna se empezó a decantar por uno de ellos hasta que el otro perdió todo su dinero.
—Apuesto mi coche —dijo el perdedor.
El duelo era tan enconado que su oponente aceptó. Se repartieron las cartas, las jugaron y perdió de nuevo. Desesperado con la derrota, hizo un último ofrecimiento:
—Apuesto mi casa.
También la perdió. El venturoso jugador recogía satisfecho sus ganancias, cuando el otro sorprendió a todos con una propuesta disparatada:
—¡Apuesto mi vida! —dijo con decisión.
Los demás enmudecieron.
—¡Apuesto mi vida! —repitió convencido.
Trataron de disuadirle, pero su insistencia se impuso. Echaron la mano. Y perdió.
El desdichado tomó entonces una pistola, y apuntándose en una de las sienes, se dispuso a apretar el gatillo.
—¿Qué haces? —dijo el otro— Te he ganado la vida. No la muerte.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
Concepto. Concepto. Concepto. Aquello en lo que nadie piensa. Magnífico.
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