(Publicado en mi blog antiguo el martes 25 de agosto de 2009)
Apropiado para estas fechas, os dejaré un cuento breve que incluyo en mi libro (inédito) Estupideces.
Apropiado para estas fechas, os dejaré un cuento breve que incluyo en mi libro (inédito) Estupideces.
EL ABUELO
El abuelo de una familia estaba muy ilusionado. Se acercaban las vacaciones, que pasarían en la costa, y podría ver el mar por primera vez en toda su vida. Anhelaba tanto ese viaje que desde hacía semanas se entretenía contando las horas que faltaban para ponerse en camino.
Era el viejo más dichoso del mundo cuando cargaron de maletas el coche e iniciaron la marcha. Silbaba y cantaba como en una suerte de niñez octogenaria, mientras un brillo de novedad le humedecía los ojos. La familia, ocupada en sus conversaciones, ni siquiera advirtió la inmensa felicidad del anciano. Él iba imaginando cómo sería el mar en vivo. Las olas. La arena. Poder pisarla. Si se atrevería donde no se hace pie. Un gesto de preocupación le asomó, entonces, en el rostro afeado por los años: No sabía nadar. Pero el gesto duró solo un instante. —«Usaré flotadores» —pensó. Y de nuevo recompuso la sonrisa mirando por la ventanilla.
El coche se paró frente a una casa antigua, y poniendo su maleta en la acera, le despidieron:
—«¡Adiós, abuelo! Te recogeremos a la vuelta».
Ocultando su dolor, el viejo tomó la maleta, y cruzó la puerta del asilo.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
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