(Publicado en mi blog antiguo el martes 27 de octubre de 2009)
“Gran compañero de estudios y parrandas, arquitecto, y pintor extraordinario” decía yo de él, hace unos meses, en el post que titulé AGRADABLE SORPRESA. Hoy, Cristóbal Ortega (Málaga, 1970), que a estas horas andará volando a Pekín, en cuyo Instituto Cervantes expone sus últimos trabajos, una serie de cuadros denominada “Caoshu” (tipo de caligrafía china desarrollable hasta el infinito), honra el blog con algunas de sus obras, que me autorizó a mostraros, y con sus reflexiones, que dejó para vosotros en esta entrevista antes de partir.
“Gran compañero de estudios y parrandas, arquitecto, y pintor extraordinario” decía yo de él, hace unos meses, en el post que titulé AGRADABLE SORPRESA. Hoy, Cristóbal Ortega (Málaga, 1970), que a estas horas andará volando a Pekín, en cuyo Instituto Cervantes expone sus últimos trabajos, una serie de cuadros denominada “Caoshu” (tipo de caligrafía china desarrollable hasta el infinito), honra el blog con algunas de sus obras, que me autorizó a mostraros, y con sus reflexiones, que dejó para vosotros en esta entrevista antes de partir.
('Caoshu nº 19' Técnica mixta sobre lienzo 60 x 50)
—¿Cuándo empezaste a pintar?
—Empecé en primero de carrera de arquitectura, en la asignatura de ‘Procedimientos de Expresión Gráfica’.
—¿Qué buscas pintando?
—Crear un nuevo micromundo, dentro de este mundo, donde el ‘Dios’ del lugar soy yo.
—¿Están conectadas arquitectura y pintura de algún modo?
—Pienso que sí. Mi manera de afrontar la pintura es inherente a la formación de arquitecto. De hecho, a la hora de configurar un proyecto arquitectónico se busca dotar a un espacio de armonía, equilibrio, sensaciones… El proceso pictórico para mí es igual: bajo la apariencia de anarquía, caos, arbitrariedad, existe un orden que estructura el cuadro.
—¿Cuál es tu pintor de referencia?
—No tengo pintor de referencia. Tengo muchos referentes, porque pienso que no existe una única forma válida de expresar o crear un cuadro sino miles —retomando la imagen de que el proceso pictórico de un pintor es como la configuración de un mundo a medida en el que el ‘Dios’ del lugar (el creador) conforma sus leyes, color, luz, formas, equilibrios…—. Me gustan Willem de Kooning, Sam Francis, Juan Navarro Baldeweg, Jean-Michel Basquiat, Imi Knoebel, Soutine, Matisse, Francisco Peinado, Guerrero, Picasso, Goya, Roger van der Weyden, Cy Twombly…
—¿Arquitectura, o pintura?
—Son ambas estupendas como medio para poder expresar tus ideas. El matiz que las diferencia es que en la arquitectura existen muchos intereses a su alrededor, que hacen muy difícil poder desarrollar tus ideas sin interferencias externas, mientras que en la pintura puedes desarrollar tu mundo al cien por cien.
(Maqueta del último concurso al que se ha presentado Cristóbal, me dice que sin éxito)
—¿Qué técnica utilizas?
—Pues no tengo ninguna como prioritaria. Depende de la idea que quieras enfatizar. Me vale cualquiera, pero, básicamente, suelo utilizar papel, cartón, madera, lienzo, óleo, acrílico, cera, lápiz, etc.
—¿En qué estilo pictórico sitúas tu obra?
—Podríamos enmarcarla en el expresionismo abstracto americano.
—¿Te tienta la escultura?
—Teniendo la formación como arquitecto me cuesta más trabajo, porque la arquitectura, para mí, está un escalón por encima de la escultura. Para hacer escultura, preferiría hacer cosas como Frank Gehry.
—¿Está la pintura en un buen momento?
—Yo pienso que sí, aunque en el mundo del arte se haya dicho que la pintura está muerta. Es como si dijéramos lo mismo de la escritura, como si pensásemos que la literatura está agotada por el hecho de utilizar palabras sobre un papel… ¿ya no hay nada más que contar?
—¿Se puede vivir de la pintura?
—Malamente, como diría José Antonio Muñoz Rojas.
—¿Te cotizas bien?
—La cotización no la pones tú. Te la dan las personas que están dispuestas a tener una obra tuya. Puedes querer vender un cuadro en 1000 euros y nunca venderlo.
—¿Qué buscas en el público? ¿Y qué crees que busca el público en ti?
—El público es el medio donde se materializa la obra. No se puede entender la literatura sin un lector. Lo mismo ocurre con la pintura. Cabría recordar que, en mi opinión, todo acto creativo no deja de ser un acto de egoísmo que busca la confirmación, el reconocimiento en el otro. Toda creación es un acto de comunicación. Puede ser para una gran mayoría o una minoría. Ese mensaje puede ser emitido en un lenguaje al que todo el mundo pueda llegar o limitarlo solo para algunos.
('Caoshu nº 9' Técnica mixta sobre lienzo 43 x 63)
—¿Qué pretendes con tu pintura?
—Nada trascendental. Pintar y encontrar satisfacción en ello.
—¿Por qué haces abstracto, y no figurativo?
—En los comienzos, cuando hacía ‘Procedimientos de Expresión Gráfica’ en arquitectura, hice muchas acuarelas y apuntes al natural. Me gustaba, pero la satisfacción estaba en el resultado final, en la acuarela terminada, y el proceso (encajar la acuarela, la perspectiva) a menudo me resultaba aburrido. Sabía qué es lo que quería, y era cuestión de tiempo el alcanzarlo. Tenía una sensación como de artesano. En esos días, conocí a pintores de Bellas Artes y descubrí otras formas de expresión que, a la postre, son con las que me desenvuelvo hoy en día.
—Cuando miro cualquiera de tus cuadros, termino casi siempre buscando formas identificables. ¿Qué tienes que decir a eso?
—Es lógico, en tanto en cuanto la pintura, desde sus orígenes, ha tenido la finalidad de representar la realidad, hasta que Kandinsky (1866-1944) postula, con su libro De lo espiritual en el arte, que la pintura puede ser como la música, y no estar ligada a los sonidos de la naturaleza. La libera del estigma de la representación.
—¿Estás satisfecho con tu trayectoria?
—Sí, porque la mayor satisfacción es darte cuenta de que, aunque en apariencia hay cambios en lo que haces a lo largo del tiempo, el fondo es auténtico, tuyo e inagotable. No he comprendido a esos creadores que llegan a un punto y ya no saben qué decir.
—Las madres suelen querer un hermoso bodegón para la salita. ¿Es tu caso? ¿Qué opina la familia de tu manera de pintar?
—Mis padres tienen cuatro o cinco cuadros míos en el salón. Concretamente uno de dos metros por dos, no hay manera de que me lo devuelvan.
—Nada trascendental. Pintar y encontrar satisfacción en ello.
—¿Por qué haces abstracto, y no figurativo?
—En los comienzos, cuando hacía ‘Procedimientos de Expresión Gráfica’ en arquitectura, hice muchas acuarelas y apuntes al natural. Me gustaba, pero la satisfacción estaba en el resultado final, en la acuarela terminada, y el proceso (encajar la acuarela, la perspectiva) a menudo me resultaba aburrido. Sabía qué es lo que quería, y era cuestión de tiempo el alcanzarlo. Tenía una sensación como de artesano. En esos días, conocí a pintores de Bellas Artes y descubrí otras formas de expresión que, a la postre, son con las que me desenvuelvo hoy en día.
—Cuando miro cualquiera de tus cuadros, termino casi siempre buscando formas identificables. ¿Qué tienes que decir a eso?
—Es lógico, en tanto en cuanto la pintura, desde sus orígenes, ha tenido la finalidad de representar la realidad, hasta que Kandinsky (1866-1944) postula, con su libro De lo espiritual en el arte, que la pintura puede ser como la música, y no estar ligada a los sonidos de la naturaleza. La libera del estigma de la representación.
—¿Estás satisfecho con tu trayectoria?
—Sí, porque la mayor satisfacción es darte cuenta de que, aunque en apariencia hay cambios en lo que haces a lo largo del tiempo, el fondo es auténtico, tuyo e inagotable. No he comprendido a esos creadores que llegan a un punto y ya no saben qué decir.
—Las madres suelen querer un hermoso bodegón para la salita. ¿Es tu caso? ¿Qué opina la familia de tu manera de pintar?
—Mis padres tienen cuatro o cinco cuadros míos en el salón. Concretamente uno de dos metros por dos, no hay manera de que me lo devuelvan.
('Caoshu nº 10' Técnica mixta sobre lienzo 62 x 42)
—¿Te ves algún día entre los grandes?
—Mi opinión de estar entre los grandes es ser capaz de disfrutar con algo que has hecho hace cinco años y que al volverlo a ver te sientes orgulloso. Te preguntas: ¿cómo hice esto? Lo otro es reconocimiento que ya no depende de ti.
—¿En qué te inspiras?
—Para mí, la inspiración no existe. Te explico: Mi proceso de creación es un acto continuo —se podría decir que se inició con las primeras acuarelas abstractas que hice en Sevilla y que continúa hoy en día—. Me pongo, y continúo. Todos los cuadros se necesitan unos a otros. Incluso, aquellos que no me convencen, los rompo y espero el momento para inserirlos en otros cuadros. Esto puede suceder al otro día o cinco años después.
—¿Pintas siempre en el mismo lugar? ¿En un estudio, acaso?
—Suelo pintar, cuando estoy en Málaga en el estudio que tengo en Alhaurín de la Torre, cosas de pequeño formato, por las dimensiones del espacio. Y cuando estoy en Río Martil (Marruecos), cosas de gran formato. Allí alquilo una casa grande, y el espacio lo permite.
—¿Cómo es una sesión de pintura? ¿Necesitas el ambiente adecuado?
—Sí. Suelo pintar con música, y prefiero estar solo.
—¿Sigues llevando tu cuaderno de apuntes en el bolsillo a todas partes?
—Últimamente, poco. Salgo poco. Cuando voy de viaje, sí.
—¿Ves el mundo de otro modo desde que pintas? ¿Cómo? ¿Ve un artista el mundo de manera distinta a los demás?
—No. Creo que el ser artista no ayuda a ver el mundo diferente. El mundo es lo que es. Lo que siempre me ha pasado es que no he tomado muy en serio al mundo. Por eso, me he creado mi mundo.
—Mi opinión de estar entre los grandes es ser capaz de disfrutar con algo que has hecho hace cinco años y que al volverlo a ver te sientes orgulloso. Te preguntas: ¿cómo hice esto? Lo otro es reconocimiento que ya no depende de ti.
—¿En qué te inspiras?
—Para mí, la inspiración no existe. Te explico: Mi proceso de creación es un acto continuo —se podría decir que se inició con las primeras acuarelas abstractas que hice en Sevilla y que continúa hoy en día—. Me pongo, y continúo. Todos los cuadros se necesitan unos a otros. Incluso, aquellos que no me convencen, los rompo y espero el momento para inserirlos en otros cuadros. Esto puede suceder al otro día o cinco años después.
—¿Pintas siempre en el mismo lugar? ¿En un estudio, acaso?
—Suelo pintar, cuando estoy en Málaga en el estudio que tengo en Alhaurín de la Torre, cosas de pequeño formato, por las dimensiones del espacio. Y cuando estoy en Río Martil (Marruecos), cosas de gran formato. Allí alquilo una casa grande, y el espacio lo permite.
—¿Cómo es una sesión de pintura? ¿Necesitas el ambiente adecuado?
—Sí. Suelo pintar con música, y prefiero estar solo.
—¿Sigues llevando tu cuaderno de apuntes en el bolsillo a todas partes?
—Últimamente, poco. Salgo poco. Cuando voy de viaje, sí.
—¿Ves el mundo de otro modo desde que pintas? ¿Cómo? ¿Ve un artista el mundo de manera distinta a los demás?
—No. Creo que el ser artista no ayuda a ver el mundo diferente. El mundo es lo que es. Lo que siempre me ha pasado es que no he tomado muy en serio al mundo. Por eso, me he creado mi mundo.
('Caoshu nº 5' Técnica mixta sobre lienzo 40 x 46)
—¿Qué hace tu cerebro mientras pintas?
—Pensar. Puede parecer que te dejas llevar, pero lo que realmente hago a la hora de pintar es pensar. Con relación a esto, gente, después de ver un cuadro mío, me ha comentado si me drogo, o bebo, cuando pinto. Me sería imposible pintar lo que pinto.
—¿Hay público para tu obra?
—Pienso que hay público para cualquier obra. El problema es encontrarlo.
—¿Te ves abandonando el abstracto algún día?
—Para mí, lo importante en la pintura es el proceso pictórico. Cuando empiezo un cuadro, no tengo ni idea del resultado final. Es empezar de nuevo con cada cuadro. El hecho de que no haya un trasfondo figurativo no es una exigencia previa en el proceso mismo. Podría acabar pintando figuración.
—¿Qué emoción experimentas ante un lienzo en blanco?
—No tengo un estado de ánimo especial ante el lienzo en blanco. Los inicios suelen ser automáticos. Es cuando empiezan a aparecer colores, líneas, movimientos… En este momento, aparece la tensión del proceso de creación.
—Tenía preparada una pregunta que ya, creo, has contestado: Si no te gusta uno de tus cuadros, ¿lo guardas, o lo destruyes?
—Por mi forma de trabajar, cuando un cuadro no llega a un resultado que para mí sea satisfactorio, lo rompo en trozos y guardo esos trozos, que en un futuro inseriré en otros cuadros. Esto hace que el proceso de pintar, en cierta forma, sea atemporal, ya que en un cuadro pueden coexistir trazos con diez años de diferencia.
—Más aún, entonces, sobra esta otra pregunta, que también tenía preparada: ¿Pintas sobre cuadros antiguos que no te convencen?
—No. Cuando un cuadro lo he dado por terminado, no lo retoco. Puede pasar que lo rompa y lo vuelva a integrar en otro (rara vez), pero no retocarlo. Pienso que la contemplación hoy de una obra de hace cinco años, por ejemplo, no te da pie a pensar que lo que haces hoy es mejor que lo de entonces. En mi proceso de pintar, lo de hoy es resultado de lo de ayer.
—¿Te trata bien la crítica?
—No me puedo quejar. Te adjunto un escrito, de un crítico de arte, que llevo en el catálogo para la exposición en Pekín.
—Pensar. Puede parecer que te dejas llevar, pero lo que realmente hago a la hora de pintar es pensar. Con relación a esto, gente, después de ver un cuadro mío, me ha comentado si me drogo, o bebo, cuando pinto. Me sería imposible pintar lo que pinto.
—¿Hay público para tu obra?
—Pienso que hay público para cualquier obra. El problema es encontrarlo.
—¿Te ves abandonando el abstracto algún día?
—Para mí, lo importante en la pintura es el proceso pictórico. Cuando empiezo un cuadro, no tengo ni idea del resultado final. Es empezar de nuevo con cada cuadro. El hecho de que no haya un trasfondo figurativo no es una exigencia previa en el proceso mismo. Podría acabar pintando figuración.
—¿Qué emoción experimentas ante un lienzo en blanco?
—No tengo un estado de ánimo especial ante el lienzo en blanco. Los inicios suelen ser automáticos. Es cuando empiezan a aparecer colores, líneas, movimientos… En este momento, aparece la tensión del proceso de creación.
—Tenía preparada una pregunta que ya, creo, has contestado: Si no te gusta uno de tus cuadros, ¿lo guardas, o lo destruyes?
—Por mi forma de trabajar, cuando un cuadro no llega a un resultado que para mí sea satisfactorio, lo rompo en trozos y guardo esos trozos, que en un futuro inseriré en otros cuadros. Esto hace que el proceso de pintar, en cierta forma, sea atemporal, ya que en un cuadro pueden coexistir trazos con diez años de diferencia.
—Más aún, entonces, sobra esta otra pregunta, que también tenía preparada: ¿Pintas sobre cuadros antiguos que no te convencen?
—No. Cuando un cuadro lo he dado por terminado, no lo retoco. Puede pasar que lo rompa y lo vuelva a integrar en otro (rara vez), pero no retocarlo. Pienso que la contemplación hoy de una obra de hace cinco años, por ejemplo, no te da pie a pensar que lo que haces hoy es mejor que lo de entonces. En mi proceso de pintar, lo de hoy es resultado de lo de ayer.
—¿Te trata bien la crítica?
—No me puedo quejar. Te adjunto un escrito, de un crítico de arte, que llevo en el catálogo para la exposición en Pekín.
('Caoshu nº 12' Técnica mixta sobre lienzo 43 x 63)
—¿Qué es lo mejor que han dicho de tu obra? ¿Y lo peor?
—¡Parece que se te ha derramado el cubo de pintura encima! Y no es broma. El otro día, estaba con el carpintero colocando un lienzo sobre un bastidor y apareció el representante de lienzos. El carpintero tuvo que hacer una gestión, y yo me tomé una cerveza con el representante, el cual me hizo dicho comentario, al que tuve que contestar que, con la crisis y los precios de los lienzos, no me podía permitir tirarlo, y me disponía a aprovecharlo.
—¿Te atrae China particularmente?
—Como cultura de más de tres mil años ininterrumpidos, me parece un país que hay que conocer.
—Pues nada más, Cristóbal. Feliz viaje. Mucha suerte en lo artístico. Y un millón de gracias por la entrevista. Te esperamos a la vuelta, para que nos cuentes cómo fue todo. Un fuerte abrazo.
(He olvidado comentar que la Embajada Española en Pekín cuenta ya con un cuadro de Cristóbal en su pinacoteca. Un reconocimiento nada despreciable de entre los muchos que, sin duda, le aguardan en su carrera).
—¡Parece que se te ha derramado el cubo de pintura encima! Y no es broma. El otro día, estaba con el carpintero colocando un lienzo sobre un bastidor y apareció el representante de lienzos. El carpintero tuvo que hacer una gestión, y yo me tomé una cerveza con el representante, el cual me hizo dicho comentario, al que tuve que contestar que, con la crisis y los precios de los lienzos, no me podía permitir tirarlo, y me disponía a aprovecharlo.
—¿Te atrae China particularmente?
—Como cultura de más de tres mil años ininterrumpidos, me parece un país que hay que conocer.
—Pues nada más, Cristóbal. Feliz viaje. Mucha suerte en lo artístico. Y un millón de gracias por la entrevista. Te esperamos a la vuelta, para que nos cuentes cómo fue todo. Un fuerte abrazo.
(He olvidado comentar que la Embajada Española en Pekín cuenta ya con un cuadro de Cristóbal en su pinacoteca. Un reconocimiento nada despreciable de entre los muchos que, sin duda, le aguardan en su carrera).
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