(Publicado en mi blog antiguo el lunes 21 de septiembre de 2009)
Con las crisis económicas, el número de suicidios suele dispararse de forma alarmante. En atención a esa circunstancia, he creído oportuno traer a este blog el siguiente relato, que incluyo en mi libro (inédito) "Estupideces".
Con las crisis económicas, el número de suicidios suele dispararse de forma alarmante. En atención a esa circunstancia, he creído oportuno traer a este blog el siguiente relato, que incluyo en mi libro (inédito) "Estupideces".
LA RECETA
Un hombre resolvió suicidarse. De tal modo se le había torcido la vida, y era tan desgraciado, que no contemplaba ya otra posibilidad. No obstante, metódico, previsor y con buen gusto, desde un principio descartó esas variantes chabacanas que muchos eligen, como la horca, el tiro, la defenestración y otras semejantes. Él más bien prefería el envenenamiento. Encontraba en esa forma de suicidio cierto aire señorial.
Ciñéndose a la ortodoxia, fue a un médico.
—Necesito una receta —expuso— con algo para suicidarme. Barbitúricos, algún veneno violento tipo cicuta, estricnina… No sé. Lo que usted vea.
El médico, perplejo, trató de disuadirlo. Pero estaba convencido, y fue imposible. Así que descolgó el teléfono y marcó un número.
—Querida —dijo al tiempo que cogía papel y lápiz—. Es mi mujer —le aclaró al hombre—. Sí. Estoy en la consulta, sí. Mira. ¿Qué te iba a decir…? Dame la receta de tus albóndigas.
Fin
(Estupideces, Pepe Gómiz)
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