(Publicado en mi blog antiguo el viernes 24 de julio de 2009)
Malditas las ganas que tengo de escribir, pero si se adquiere un compromiso, aunque sea con uno mismo (y, cuando se abre un blog, se adquiere un compromiso, aunque sea con uno mismo), hay que cumplir. No vayamos a que entre alguien y vea que no tengo mi blog actualizado y en orden. Así, pues, a actualizar se dijo. ¿Y qué tema abordo hoy? Ni puta idea. Hay millones de temas que no interesan a nadie. Elegir, de entre esos, el apropiado no es fácil... Ya está: empiezo a largar, y lo que salga. La única premisa, insisto, es que no interese a nadie: antes muerto que popular.
Lo siguiente, por ejemplo. La gente escribe para darle dos bofetadas y mandarla de nuevo a primaria, si es que estuvieron alguna vez. A pesar de ello, escriben. Desconozco si son, o no, conscientes de su analfabetismo. Imagino que habrá de todo, desde el tarugo que se cree Cervantes hasta el erudito que descuida el estilo afectando genialidad. No me sirven ni aquellos ni estos. En ambos casos subyace una falta de respecto hacia el lector (cierto que el menos exigente, el de menor formación y el de más baja calidad de toda la historia de la literatura, pero lector a fin de cuentas). A mí, estos tíos que, por la causa que sea, escriben mal, me tocan mucho los cojones. Primero, porque se están cargando el idioma. Segundo, porque me quitan audiencia (me entretienen a la gente, que, o nunca llega a mí, o llega cansada). Y tercero, porque, sustituyendo la pulpa por la cáscara, lo fundamental por lo baladí, la esencia por la anécdota, dando, en definitiva, gato por liebre a todos los pardillos que se acercan a sus páginas, están destruyendo la cultura. Y además, cagoenlá, triunfan. Está en vosotros, lectorcillos de Internet, parar los pies a esa plaga de tunantes, oportunistas y desvergonzados, seleccionando qué y a quién leéis, o seguir permitiendo el atropello.
Pues, mira, me ha salido un escritillo simpático. Ea, doy de mano. Hasta mañana, estimado nadie.
Malditas las ganas que tengo de escribir, pero si se adquiere un compromiso, aunque sea con uno mismo (y, cuando se abre un blog, se adquiere un compromiso, aunque sea con uno mismo), hay que cumplir. No vayamos a que entre alguien y vea que no tengo mi blog actualizado y en orden. Así, pues, a actualizar se dijo. ¿Y qué tema abordo hoy? Ni puta idea. Hay millones de temas que no interesan a nadie. Elegir, de entre esos, el apropiado no es fácil... Ya está: empiezo a largar, y lo que salga. La única premisa, insisto, es que no interese a nadie: antes muerto que popular.
Lo siguiente, por ejemplo. La gente escribe para darle dos bofetadas y mandarla de nuevo a primaria, si es que estuvieron alguna vez. A pesar de ello, escriben. Desconozco si son, o no, conscientes de su analfabetismo. Imagino que habrá de todo, desde el tarugo que se cree Cervantes hasta el erudito que descuida el estilo afectando genialidad. No me sirven ni aquellos ni estos. En ambos casos subyace una falta de respecto hacia el lector (cierto que el menos exigente, el de menor formación y el de más baja calidad de toda la historia de la literatura, pero lector a fin de cuentas). A mí, estos tíos que, por la causa que sea, escriben mal, me tocan mucho los cojones. Primero, porque se están cargando el idioma. Segundo, porque me quitan audiencia (me entretienen a la gente, que, o nunca llega a mí, o llega cansada). Y tercero, porque, sustituyendo la pulpa por la cáscara, lo fundamental por lo baladí, la esencia por la anécdota, dando, en definitiva, gato por liebre a todos los pardillos que se acercan a sus páginas, están destruyendo la cultura. Y además, cagoenlá, triunfan. Está en vosotros, lectorcillos de Internet, parar los pies a esa plaga de tunantes, oportunistas y desvergonzados, seleccionando qué y a quién leéis, o seguir permitiendo el atropello.
Pues, mira, me ha salido un escritillo simpático. Ea, doy de mano. Hasta mañana, estimado nadie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario