(Publicado en mi blog antiguo el lunes 1 de junio de 2009)
- ¿Qué escribe, don José?
- Eso que no te gusta.
- ¿Lo que parece el Quijote?
- Sí. El tratado de las cosas del mundo en estilo del Siglo de Oro.
- Sí me gusta. Lo que pasa es que no se entiende muy...
- Paquito, por favor. Que me desconcentras.
- Perdone.
DE LA VANAGLORIA
Acertó Sto. Tomás de Aquino sacándole a la vanagloria de entre los pecados capitales, pues, aunque capital, no es pecado, sino gran torpeza. Y dígame, si no, vuesa merced: ¿Qué fuerza hay que la maña no venza? ¿Qué salud que la enfermedad no doblegue? ¿Qué riqueza que la ruina no acabe? ¿Qué ingenio que la astucia no burle? ¿Qué escondido tesoro que el buscador no encuentre? ¿Qué filósofo a quien la duda no asalte? ¿Qué sabio al que la memoria no engañe? ¿Qué belleza que el tiempo no aje? ¿Qué juventud que no pase? ¿Qué agilidad que el accidente no embote? ¿Qué templanza que la ira no altere?... Tantas preguntas a una sola respuesta: No existe. Recetamos, pues, antes que vanagloria, modestia; que nada está en el mundo seguro de sus prendas, y es necedad confirmada desvanecerse de ellas.
- ¿Qué escribe, don José?
- Eso que no te gusta.
- ¿Lo que parece el Quijote?
- Sí. El tratado de las cosas del mundo en estilo del Siglo de Oro.
- Sí me gusta. Lo que pasa es que no se entiende muy...
- Paquito, por favor. Que me desconcentras.
- Perdone.
DE LA VANAGLORIA
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