DE LAS BARBAS Y BIGOTES

(Publicado en mi blog antiguo el jueves 11 de junio de 2009)
 

He estado en el barbero. Mientras esperaba la vez, se me ha ocurrido algo para mi tratado de las cosas del mundo en estilo del Siglo de Oro:
 

DE LAS BARBAS Y BIGOTES
 

Las barbas se toleran crecidas, pues las da naturaleza, pero bien recortadas y limpias, en contrario de las bestias, que las trahen salvajes a como les quieran nacer; y solo eso en los hombres, jamás en las mujeres, que estas sí ternán que rasurarlas, so pena de parecer simias hirsutas y peludas, y tarascas metemiedos. De los bigotes, decimos otro tanto. En respecto a la forma de las barbas, no se trocará la que Dios hubiere dispuesto en cada barbudo, rapando de aquí y perdonando de allá, pues aclaran esas diligencias manifiesta coquetería y afectación insufrible. Y en respecto a la forma que se espera en los bigotes, ordénase que no suban a los ojos, ni se abajen a los pies, ni se arrimen a las orejas como se quieren algunos, sino que llévense moderados en grueso y largo, que no parezcan cogotes los mentones. Son buenas y muy recetadas las barbas, y también los bigotes, pero más las barbas, para los que están picados de la viruela o trahen granos o alguna falta grande en el hocico, que los afea y los hace que se les tenga que llamar por fuerza caras de bicho. Y sepa quien se pensare afeitar que va a quedarle la parte ado tenía los pelos más pálido que el resto, y de ahí sacaremos que da mucho el sol en su persona de vuesa merced, y que nos tuvo engañados. Esto, solamente, ha de saberse de la barbas y bigotes. Y que tampoco se tiñan si les cayese el color, como dejaremos prohibido al tratar de las canas y el teñirlas.

Llegó mi turno.
- ¿Le corto mucho?
- Lo normal.