(Publicado en mi blog antiguo el viernes 5 de junio de 2009)
pepegomiz
Agradezco mucho las numerosas muestras de preocupación y de cariño recibidas tras lesionarme la mano derecha. Emociona saber que le importa uno a tanta gente. ¡So mierdas! ¡Que sois unos mierdas desagradecidos! ¡Que no me habéis dejado ni un puto mensaje de solid...
- ¿Qué escribe, don José?
- Una cosilla para los del YouTube.
- ¿Me deja ver? -Paquito leyó el comentario- Esto no puede ponerlo, que se va a ganar muchos enemigos.
- ¿Y a mí qué me importa tener de enemigo a quien no tengo de amigo? ¡Les dije que me he lesionado un dedo y les da igual! ¡Son una manada de cabrones!
- Pero, hombre, don José, cada uno está en lo suyo... Quizás no se han dado cuenta...
- ¡Y una mierda no se han dado cuenta! ¡Lo he puesto muy claro en la descripción del vídeo!
- Por cierto, ¿se va curando eso?
- No te creas. Lo llevo ahí, ahí.
- ¡Niño! -gritó un cliente.
- Anda, que te llaman.
- Que esperen. Usted está antes.
- Qué bueno eres, Paquito.
- Venga, don José, anímese. Que ya verá como se cura pronto.
- Gracias, Paquito. Qué bueno eres -repetí mientras se iba.
Una agradable sensación de gratitud me llenó de paz el alma. Pero duró solo unos segundos:
- ¡Manada de cabrones!...
pepegomiz
Agradezco mucho las numerosas muestras de preocupación y de cariño recibidas tras lesionarme la mano derecha. Emociona saber que le importa uno a tanta gente. ¡So mierdas! ¡Que sois unos mierdas desagradecidos! ¡Que no me habéis dejado ni un puto mensaje de solid...
- ¿Qué escribe, don José?
- Una cosilla para los del YouTube.
- ¿Me deja ver? -Paquito leyó el comentario- Esto no puede ponerlo, que se va a ganar muchos enemigos.
- ¿Y a mí qué me importa tener de enemigo a quien no tengo de amigo? ¡Les dije que me he lesionado un dedo y les da igual! ¡Son una manada de cabrones!
- Pero, hombre, don José, cada uno está en lo suyo... Quizás no se han dado cuenta...
- ¡Y una mierda no se han dado cuenta! ¡Lo he puesto muy claro en la descripción del vídeo!
- Por cierto, ¿se va curando eso?
- No te creas. Lo llevo ahí, ahí.
- ¡Niño! -gritó un cliente.
- Anda, que te llaman.
- Que esperen. Usted está antes.
- Qué bueno eres, Paquito.
- Venga, don José, anímese. Que ya verá como se cura pronto.
- Gracias, Paquito. Qué bueno eres -repetí mientras se iba.
Una agradable sensación de gratitud me llenó de paz el alma. Pero duró solo unos segundos:
- ¡Manada de cabrones!...
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