(Publicado en mi blog antiguo el miércoles 15 de julio de 2009)
Pronto a morir de vivir hambreando, mientras vivo, pienso, y mientras pienso, escribo. Así Satán lo desea, y así Dios lo permite. El universo los ampare. Entre tanto me ha llamado mi editor.
- Pepe, equivocas el camino.
- Sé más claro.
- No se pueden soltar tantas palabrotas. Con esa actitud vas a conseguir espantar a los lectores.
- Perdona... campeón. ¿Me estás diciendo que peligran mis pingües ingresos? ¿Que, como no sea un nene bueno, puedo quedarme sin las multimillonarias ganancias que vengo percibiendo con este puto blog? ¿Es eso lo que me estás diciendo?
- No estoy para bromas.
- No, no. Óyeme bien. El que no está para bromas soy yo.
- Escucha. Que no escuchas a nadie, y así te luce el pelo. Utilizas un lenguaje sucio y estás siempre cabreado. Eso a la gente no le gusta.
- ¡Y qué coño me importa lo que le guste a la gente! ¡Escribo para mí!
- Pues no te lamentes, entonces, de no ganar un duro. Y otra cosa: Si te quedaba algún lector, vas a perderlo con esa mierda de sección que piensas abrir sobre el fin del mundo y todas esas memeces.
- ¿Todas esas memeces? Aunque solo fuera por joderos a los idiotas, como tú, que pensáis eso, vale la pena abrir la sección.
- No tengo que aguantar que me faltes el respeto.
- Ni yo que seas un incompetente que no consigue rentabilizar mi talento.
- ¿Tu talento? ¿De qué talento me hablas?
- ¡Me cago en tus muertos, alimaña despreciable!
- ¡Y yo en los tuyos, nefelibata de los cojones!
- ¡Oiga...! ¡Oiga...! ¡OIGA!... Me ha colgado el muy cabrito.
- Pepe, equivocas el camino.
- Sé más claro.
- No se pueden soltar tantas palabrotas. Con esa actitud vas a conseguir espantar a los lectores.
- Perdona... campeón. ¿Me estás diciendo que peligran mis pingües ingresos? ¿Que, como no sea un nene bueno, puedo quedarme sin las multimillonarias ganancias que vengo percibiendo con este puto blog? ¿Es eso lo que me estás diciendo?
- No estoy para bromas.
- No, no. Óyeme bien. El que no está para bromas soy yo.
- Escucha. Que no escuchas a nadie, y así te luce el pelo. Utilizas un lenguaje sucio y estás siempre cabreado. Eso a la gente no le gusta.
- ¡Y qué coño me importa lo que le guste a la gente! ¡Escribo para mí!
- Pues no te lamentes, entonces, de no ganar un duro. Y otra cosa: Si te quedaba algún lector, vas a perderlo con esa mierda de sección que piensas abrir sobre el fin del mundo y todas esas memeces.
- ¿Todas esas memeces? Aunque solo fuera por joderos a los idiotas, como tú, que pensáis eso, vale la pena abrir la sección.
- No tengo que aguantar que me faltes el respeto.
- Ni yo que seas un incompetente que no consigue rentabilizar mi talento.
- ¿Tu talento? ¿De qué talento me hablas?
- ¡Me cago en tus muertos, alimaña despreciable!
- ¡Y yo en los tuyos, nefelibata de los cojones!
- ¡Oiga...! ¡Oiga...! ¡OIGA!... Me ha colgado el muy cabrito.
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